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Muy comunes en el sudeste asiático, las cobras albinas de monóculo superan el metro de longitud y son eminentemente nocturnas. Las escamas de su cuerpo son lisas y están dispuestas en aproximadamente 21 hileras longitudinales. La pigmentación ventral es pálida y apenas presenta motas oscuras, si bien es más parda en la parte dorsal. La Cobra albina de monóculo adulta tiene una marca ovalada en la capucha, marrón oscura y visible cuando está extendida (de ahí el nombre de “cobra de monóculo”). Sus colmillos están preparados para escupir veneno a través de un orificio de descarga bastante grande. Poseen una capucha muy característica alrededor de la cabeza que pueden extender al aplastar las vértebras cefálicas, cosa que hacen cuando se sienten amenazadas. Esto les confiere su aspecto amenazante.
Bella y peligrosa a la vez, la cobra albina de monóculo te sorprenderá nada más verla. Ven a Faunia y descubre a esta serpiente en el pabellón Veneno.
La Cobra albina de monóculo se dedica a comer roedores, sapos, lagartos y aves (así como los huevos de éstas). Su alimentación incluye, en ocasiones, hasta ejemplares de su propia especie.
La cobra realiza una puesta de entre 25 y 45 huevos en la madriguera o el hueco elegido; después se enrolla a su alrededor para proporcionar calor. La reproducción de esta especie culmina con el nacimiento de unas crías que son idénticas a sus padres y miden entre 26 y 35 centímetros. En cuanto nacen son independientes, de hecho llegan al mundo con las glándulas venenosas plenamente desarrolladas. Solamente por medio del sondaje se puede determinar su sexo.