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Antes de comenzar, queremos asegurarte que, aunque por su nombre pueda parecerlo, el dragón barbudo no forma parte de ninguna fantasía, ¡es de verdad! Aunque por supuesto eso es algo que tendrás que descubrir por ti mismo, y lo bueno es que para ello no tendrás que irte muy lejos. Podrás hacerlo en Misterios Bajo Tierra, una de las paradas más interesantes de las visitas a Faunia. Allí vive este animal, bautizado de esta curiosa forma debido al repliegue de su piel que, con una serie de escamas puntiagudas debajo de la garganta, le hacen parecerse a un pequeño dragón más propio de los cuentos o de los relatos de ficción.
El dragón barbudo procede de las regiones desérticas y semidesérticas del continente australiano. Se encuentra por lo tanto totalmente adaptado a zonas muy áridas, pero cuando hace demasiado calor sabe buscar el frío enterrándose en madrigueras bajo tierra. Llegada la hora de dormir, es capaz de cambiar su color y volverse más oscuro con el objetivo de pasar todo lo desapercibido que sea posible y evitar así desagradables sorpresas durante su descanso.
De hábitos diurnos, el dragón barbudo es un reptil terrestre semiarborícola, miembro de la familia de los agámidos. Su dieta es habitualmente omnívora, aunque durante sus primeros momentos de vida tiende a ser casi completamente insectívoro. Los machos, una vez adultos, son más grandes que las hembras, pudiendo llegar a medir hasta 60 cm de largo y pesar aproximadamente 450 gramos.
Se trata de un animal muy dócil y pacífico, nada peligroso para los humanos. No es para menos, pues de un tiempo a esta parte se ha venido comercializando como mascota en diversos lugares del mundo. Cuando por algún motivo se siente en peligro, el dragón barbudo abre ampliamente su boca y despliega las espinas de su “barba”, que se colorea de negro. Con esto busca impresionar a sus oponentes y evitar una desaconsejable batalla, demostrando así gran inteligencia en su lucha por la supervivencia.