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La Barnacla Cuellirroja es una de las especies de ganso más raras del mundo. Su nombre procede del inglés (“barnacle” significa “percebe”) y guarda una historia detrás: durante la Edad Media se permitía comer barnacla en Cuaresma, debido a que se la consideraba una especie de crustáceo desarrollado (la clave estaba en la similitud de sus plumas pardas con los órganos filtradores de los percebes). Una de sus características principales es el tamaño, al ser de los gansos más pequeños, con su metro y medio de longitud y kilo y medio de peso. Se le distingue fácilmente por los patrones de color que dominan su morfología: rojo, blanco, negro, marrón. También cuando está en pleno vuelo y destaca su cuello corto y su vientre oscuro; es más, a una distancia determinada se pueden distinguir dos rayas blancas en forma de medialuna en cada ala. Los ejemplares juveniles son de color más apagado. Es un ave que va en bandada, capaz de integrarse en otros grupos de gansos y seguirlos, si se pierde durante la migración. Quizá sea este el motivo por lo que se han detectado ejemplares de la Barnacla cuellirroja en nuestra península.
Pásate por el Lago de Faunia para visitar a la barnacla cuellirroja, un ave acuática con una historia absolutamente sorprendente.
Esta barnacla se nutre de hierbas y semillas que complementa con tubérculos y rizomas. Durante el invierno, su alimentación pasa a ser trigo, cebada, maíz y pastos. Al trasladarse al lugar de la crianza come hojas y brotes.
La crianza de esta especie se produce en semicolonias donde realizan una puesta de tres a siete huevos de color crema que las hembras incuban durante 23 o 25 días, más o menos. Nidifica en la tundra, y depende bastante de la presencia de aves como el Halcón peregrino o la Lechuza de la Nieve, que les protegen de depredadores como los zorros árticos.