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El Dragón de Komodo posee un tamaño inusual y espectacular: es su principal característica. Endémico de algunas islas de Indonesia, no tiene competencia en relación con otros grandes carnívoros que puedan ocupar su mismo nicho ecológico. Su color base es el grisáceo o marrón claro, aunque los ejemplares que viven en zonas desérticas tienen la piel más clara para camuflarse mejor con el entorno. En el resto del cuerpo presentan áreas de color verde y negro. Poseen alrededor de 60 dientes en la boca, regenerables a lo largo de su vida. La lengua la usan para oler, detectar sabores y percibir estímulos (de hecho, les ayuda a orientarse en la oscuridad); también la utilizan durante el proceso de cortejo, para saber si la hembra está lista para el apareamiento.
A la hora de cazar, son capaces de lanzarse al cuello o al vientre de su presa, por grande que sea; de hecho, se las tragan enteras o con potentes mordiscos que les permiten arrancar enormes trozos de carne. Su digestión es lenta, emplean gran cantidad de saliva, la cual hace que su mordedura sea mortal (al estar regada del veneno que segregan a través de dos glándulas situadas en la mandíbula inferior); al terminar, regurgitan lo que no pueden procesar (pelos, cuernos, dientes o huesos). Al tener un metabolismo tan lento, no necesitan comer con mucha frecuencia.
El Dragón de komodo es el lagarto más grande del mundo y la gran atracción de Faunia. Ven y no pierdas la oportunidad de ver estos impresionantes reptiles.
La alimentación del Dragón de Komodo está basada en la carroña que se van encontrando, si bien no descarta la caza, ya que es carnívoro y muy fiero.
Julio y agosto marcan el calendario de la reproducción en esta especie. En septiembre es cuando las hembras ponen los huevos (alrededor de 20, en grandes nidos de aves abandonados). Los incuban durante siete u ocho meses, hasta que eclosionan en abril (época en la que los insectos son más abundantes). Los ejemplares jóvenes viven en los árboles, donde permanecen a salvo de otros depredadores y adultos caníbales. Además, hay que señalar que los Dragones de Komodo pertenecen a un selecto club: el de los vertebrados capaces de reproducirse por la partenogénesis, que permite a las hembras realizar una puesta de huevos viable, y sin necesidad de que haya machos.