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Este recinto recrea una zona de ribera de un bosque tropical sudamericano. El curso del río de aguas templadas delimita varias islas y praderas verdes que son el hábitat natural de un gran número de animales que se distribuyen tanto fuera como dentro del agua. Aquí encontramos a las maras de la Patagonia y al ñandú. Los ríos tropicales tienen la habilidad de bifurcarse en diferentes brazos dejando islas gigantes en medio. Son ríos serpenteantes que discurren por terrenos arcillosos casi sin ningún desnivel, por lo que se pueden mover haciendo recorridos con una variación de, en ocasiones, hasta más de 180 º. El color café que tienen por norma general estos ríos y que les da la apariencia de estar sucios o contaminados, no es el resultado de descargas residuales si no de la enorme cantidad de sedimentos que acarrea el agua. A causa de las fuertes lluvias tropicales, todos los días toneladas de sedimentos caen hacia los ríos desde las montañas y las áreas boscosas circundantes.
La carga de sedimentos es aún mayor donde la deforestación ha dejado el suelo desprovisto de su cubierta vegetal protectora y enormes cantidades de suelo se erosionan por las lluvias. La vegetación de ribera que crece en estas islas es normalmente espesa, compuesta principalmente por arbustos de altura media y tronco desarrollado con un alto porcentaje de plantas epífitas y enredaderas que proporcionan a la fauna que allí habita, como las maras o el ñandú el cobijo necesario para dormir y la fuente de alimento necesaria para subsistir.