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Es un pez alargado y cilíndrico que alcanza los 63 centímetros. La morfología es una de sus peculiares características: ojos grandes, dientes puntiagudos y curvos distribuidos en bandas estrechas a lo largo de la mandíbula (en dos hileras superiores). La pigmentación de esta anguila es variada, ya que depende de la especie: va desde el marrón claro con parches blanquecinos en la cabeza y mitad inferior del cuerpo a tonos más anaranjados con motas de color rojizo. En cuanto a las aletas, las pectorales son muy pequeñas mientras que la dorsal y anal confluyen al final de la cola. La Anguila Jardinera se encuentra en fondos de arena limpia: allí se entierra utilizando su musculoso cuerpo, poniéndolo en tensión para clavar su cola puntiaguda en el arenoso fondo marino. Y está muy preparada, ya que posee en la piel de la cola una sustancia dura que evita lesiones. Una vez enterrada a la profundidad conveniente, la anguila mueve la aleta dorsal para sacar tierra del agujero. Una sustancia viscosa de su piel endurecerá las paredes de la madriguera, evitando así los derrumbes.
La Anguila jardinera es un pez que a todos cae simpático. Ven a Faunia y observa cómo asoman su estilizado cuerpo para recibir a los visitantes.
La Anguila jardinera se dedica a atrapar diminutos animales, así como huevos que flotan en la corriente como sustento de su alimentación.
Machos y hembras acercan sus madrigueras en época de apareamiento para la reproducción. El macho escoge pareja y se dedica a defenderla, alejando al resto de individuos. Las Anguilas jardineras sueltan los huevos fecundados en la corriente. Posteriormente, salen las larvas de los huevos, que flotan hasta alcanzar el tamaño suficiente para nadar al fondo, ser independientes y construir su propia madriguera.