Cobra blanquinegra

La Cobra blanquinegra es la cobra africana más larga: los machos superan los dos metros mientras que las hembras alcanzan el metro y medio. Son oscuras, si bien presentan gran diversidad de colores en función de la población y zona geográfica a la que pertenezcan (la disposición de sus escamas también varía). La zona ventral es siempre más clara. Sus grandes ojos oscuros poseen pupilas redondas, mientras que a lo largo de la cara muestra unas franjas blancas y negras muy características, a ambos lados de la boca.

Habita bosques y sabanas, desde el nivel del mar hasta los 2.500 metros de altitud. Son grandes, sí, pero pueden moverse velozmente en tierra firme, entre los árboles y en el agua (no en vano, es la más acuática entre las cobras de su género). Son capaces de elevar las dos terceras partes de su cuerpo, casi, en vertical (y mantenerse en posición de ataque si se sienten amenazadas, aunque son menos agresivas que otras parientes suyas). El veneno de estas serpientes es neurotóxico: provoca dolor, hinchazón, parálisis en la zona mordida y muerte por parada cardiorrespiratoria. Aunque algunas cobras son capaces de lanzar el veneno a largas distancias (sin necesidad de morder), no es el caso de la cobra del bosque. Eso no significa que no sea una de las serpientes más peligrosas. Permanece activa día y noche, pero es sobre todo un animal diurno.

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Sapos, ranas, serpientes, peces y pequeños mamíferos componen la alimentación de la Cobra blanquinegra.

Ovípara, esta cobra pondrá una cantidad de huevos determinada según el tamaño de la hembra. Normalmente la reproducción sucede en verano, con la puesta de entre 15 y 26 huevos. Las crías, una vez nacidas, son blancas o grisáceas y de vientre color crema, moteado de pardo o negro.